domingo, 28 de febrero de 2016
sábado, 27 de febrero de 2016
Sanando en amor: apertura del cuarto chakra
Precioso texto que comparto con todos vosotros.
Entra en el enlace de abajo para poder leerlo.
Namasté.
viernes, 26 de febrero de 2016
El cambio Wayne Dyer
EL CAMBIO (THE SHIFT) es una película que explora el viaje espiritual que hacemos en la segunda mitad de nuestra vida, cuando cambian nuestros valores, y buscamos un propósito que dé sentido a nuestra existencia y nos aporte una contribución única y personal al mundo.
El Dr. Wayne Dyer nos hace de guía en una película en la que además descubriremos tres historias distintas acerca del cambio: una madre entregada a su familia que ha olvidado cuales eran sus sueños, un matrimonio que aparentemente lo tiene todo excepto lo más esencial, y un director de cine que se centra más en alcanzar el éxito, que en vivir su propia vida. "No podemos vivir el atardecer de la vida con el mismo programa que la mañana, pues lo que en la mañana era mucho, en el atardecer será poco, y lo que en la mañana era verdadero, en la tarde será falso.
El Cambio, protagonizada por Wayne Dyer y en la cual el relata de una forma muy humana sus ideas sobre el sentido de la vida, las relaciones entre las personas y la siempre presente posibilidad de que todo puede adquirir un significado.
Crecimiento personal
A medida que uno crece, va formándose una imagen mental de sí mismo basada en su condicionamiento personal y cultural. Esta imagen mental es el ego.
El ego es tu actividad mental y sólo puede funcionar mediante el pensamiento constante.
El ego es creado por una identificación inconsciente con la mente. Es el falso Yo. Crees que eres este Yo, cuando en realidad eres Conciencia.
Para el ego, el momento presente no existe. Sólo considera importantes el pasado y el futuro.
Incluso cuando parece que el ego está en el presente, no ve el presente: lo percibe equivocadamente porque lo mira con los ojos del pasado.
O reduce el presente a ser un medio para un fin. Un fin que siempre reside en el futuro proyectado por la mente.
El momento presente contiene la clave de la liberación, pero no puedes encontrar el momento presente mientras seas tu mente.
Alcanzar la iluminación significa elevarse por encima del pensamiento. Es estar en el Presente, el Aquí y Ahora. Estar libre de pensamientos, de sentimientos, de tiempo, de dualidad. Es el total fluir de lo que Es.
En el estado de iluminación sigues usando la mente cuando la necesitas, pero de un modo mucho más enfocado y eficaz que antes. La empleas principalmente con fines prácticos, pero eres libre del diálogo interno involuntario, y vives en la quietud interior.
Cuando empleas la mente, y en particular cuando necesitas dar una solución creativa a algo, vas oscilando cada pocos minutos entre la mente y la quietud, entre la mente y la no-mente.
La no-mente es conciencia sin pensamiento.
Sólo la no-mente permite pensar creativamente, porque da al pensamiento un poder real.
La mente (ego), no es únicamente el pensamiento. Incluye también las emociones y las pautas de reacción inconscientes, tanto mentales como emocionales.
La emoción surge en el momento en que el cuerpo reacciona al pensamiento. Es el reflejo de la mente en el cuerpo.
Toda emoción es una reacción de tu cuerpo cuando hay identificación con el pensamiento. Es decir, cuando dejas de prestar atención al Presente y te sumerges en tus pensamientos. Esta acción es inconsciencia. Por esto, en la iluminación no hay emociones.
Si no puedes sentir tus emociones, si estás desconectado de ellas, acabarás sintiéndolas a un nivel puramente físico, como un problema o síntoma físico.
Cuanto más te identificas con el pensamiento, con lo que te gusta o disgusta, con tus juicios e interpretaciones, es decir, cuanto menos presente estás como conciencia observante, más fuerte es la carga de energía emocional.
Puedes dejar que la emoción esté ahí sin ser controlado por ella. Ya no eres la emoción; eres el observador, la presencia que mira.
Si practicas así, todo lo que es inconsciente en ti, saldrá a la luz de la conciencia.
¿CÓMO PODEMOS ABANDONAR LA NEGATIVIDAD?
Soltándola. Reconociendo que no quieres sufrir el dolor o soportar la carga más y después dejándola ir.
Toda resistencia interior se experimenta como negatividad en una forma u otra. Toda negatividad es resistencia.
La negatividad va de la irritación o la impaciencia, a la rabia furiosa; de un humor depresivo o un resentimiento sombrío, a la desesperación suicida.
La negatividad es identificación con la mente, es inconsciencia. Es una resistencia al fluir de la vida. Niegas lo que es.
En cuanto sabes que no la quieres y no la necesitas, entonces puedes soltarla.
La única manera de poder abandonarla es aceptándola, siendo consciente de ella.
Ríndete a ella, sin poner resistencia, entrégate a ella y se disolverá.
El ego cree que por medio de la negatividad puede manipular la realidad y conseguir lo que quiere. Cree que por medio de ella puede atraer una condición deseable o disolver una indeseable.
Pero la realidad es que en lugar de atraer una condición deseable, impide que surja. En lugar de disolver una indeseable, la mantiene en su lugar.
La única función de la negatividad es que refuerza el ego y por eso al ego le encanta.
La negatividad es totalmente antinatural. Ninguna otra forma de vida en el planeta conoce la negatividad, sólo los seres humanos.
Observa cualquier planta o animal y permite que te enseñe la aceptación de lo que es, la entrega al Ahora. Deja que te enseñe a Ser.
Las emociones negativas recurrentes a menudo contienen un mensaje, lo mismo que las enfermedades.
La negatividad te recuerda que debes estar más presente.
Siempre que te des cuenta de que ha surgido alguna forma de negatividad en ti, mírala como una señal que te dice: "Despierta. Sal de la mente. Vive el presente".
Incluso la más leve irritación es significativa y debe ser reconocida y observada. En caso contrario, habrá una acumulación de reacciones no observadas.
¿CÓMO PODEMOS DISOLVER LA INCONSCIENCIA?
Hazla consciente.
Observa las muchas formas en que el desasosiego, el descontento y la tensión surgen dentro de ti a causa del juicio innecesario, de la resistencia a lo que es y de la negación del Ahora.
Todo lo inconsciente se disuelve cuando tomas conciencia sobre ello. Y para lograrlo, debes observarte a ti mismo.
Puedes preguntarte: ¿Estoy tranquilo en este momento? o ¿Qué está ocurriendo en mí en este momento?
Dirige tu atención hacia tu cuerpo. Si existe alguna tensión, observa en qué forma estás evitando, resistiéndote o negando la vida, el Ahora.
Debes estar al menos tan interesado en lo que pasa en tu interior como en lo que ocurre fuera.
Si tu interior está bien, lo exterior estará en orden. Si hay paz en tu interior, habrá paz en el exterior. Lo que es adentro es afuera.
Eckhart Tolle
martes, 23 de febrero de 2016
lunes, 22 de febrero de 2016
LA VERDADERA LIBERACIÓN
La única verdadera liberación es la liberación de tu mente (el ego).
¿Y cómo puedo liberarme de la mente?
Empieza por escuchar la voz que habla dentro de tu cabeza, y hazlo tan frecuentemente como puedas.
Presta una atención especial a cualquier patrón de pensamiento repetitivo.
Esto es lo que llamo "observar al pensador", que es otra manera de decir: escucha la voz dentro de tu cabeza, mantente allí como presencia que atestigua (como el testigo).
Cuando escuches la voz, hazlo imparcialmente. Es decir, no juzgues.
No juzgues ni condenes lo que oyes, porque eso significaría que la misma voz ha vuelto a entrar por la puerta de atrás.
Pronto te darás cuenta de esto: la voz está allí y yo estoy aquí, observándola.
Esta comprensión "Yo soy", esta sensación de tu propia presencia, no es un pensamiento, surge de más allá de la mente. Así, cuando escuchas un pensamiento, no sólo eres consciente del pensamiento, sino también de ti mismo como testigo del pensamiento.
Ha hecho su aparición una nueva dimensión de conciencia.
Cuando escuchas el pensamiento, sientes como si hubiera una presencia consciente (tu yo profundo) por debajo o detrás de él. De este modo el pensamiento pierde su poder sobre ti y se disuelve rápidamente, porque ya no energetizas tu mente mediante la identificación con ella. Es el principio del fin del pensamiento compulsivo e involuntario.
Cuando el pensamiento se aquieta, experimentas una discontinuidad en la corriente mental, una brecha de "no-mente".
Al principio las brechas serán cortas, tal vez duren unos segundos, pero gradualmente se irán prolongando.
Cuando ocurren estas discontinuidades, sientes cierta quietud y paz dentro de ti. Es el principio del estado natural de sentirte unido al Ser, generalmente nublado por la mente.
Con la práctica, la sensación de quietud y de paz se va ahondando. De hecho, esa profundidad no tiene fin.
También sentirás una sutil emanación de alegría elevándose desde lo más hondo de ti: la alegría de Ser.
En este estado de conexión interna, estás mucho más alerta, más despierto que en el estado de identificación mental. Estás plenamente presente. Y también se eleva la frecuencia vibratoria del campo energético que da vida al cuerpo físico.
A medida que profundizas en este reino de la no-mente, como a veces se le denomina en Oriente, vas alcanzando el estado de conciencia pura.
En este estado sientes tu propia presencia con tal intensidad y alegría que, en comparación, todo pensamiento, toda emoción, tu cuerpo físico y todo el mundo externo se vuelven relativamente insignificantes.
Sin embargo, no es un estado de egoísmo, sino de desprendimiento y generosidad.
Te lleva más allá de lo que pensabas que era "tu identidad".
Esa presencia es esencialmente tú, y al mismo tiempo es inconcebiblemente mayor que tú.
En lugar de "observar al pensador", también puedes crear una apertura en la corriente mental por el simple hecho de dirigir el foco de tu atención al ahora. Basta con que te hagas intensamente consciente del momento presente.
Retiras la conciencia de tu actividad mental y creas una brecha sin mente en la que estás muy alerta y consciente, pero no piensas.
Ésta es la esencia de la meditación.
En tu vida cotidiana, puedes practicar esto tomando cualquier actividad rutinaria y darle toda tu atención.
Por ejemplo, cada vez que subas o bajes escaleras, presta mucha atención a cada escalón, a cada movimiento, incluso a tu respiración. Mantente totalmente presente.
O cuando te laves las manos, presta atención a todas las percepciones sensoriales asociadas con esa actividad: el sonido y la sensación del agua, el movimiento de tus manos, el aroma del jabón, etc.
En cualquier actividad, detente durante unos segundos y observa el flujo de tu respiración. Toma conciencia de una silenciosa pero intensa sensación de presencia.
Hay un criterio que te permite medir el éxito logrado en esta práctica: el grado de paz que sientas en tu interior.
El paso más vital en tu camino hacia la iluminación es éste: aprender a no identificarte con tu mente.
Cada vez que creas una apertura en el flujo mental, la luz de tu conciencia se fortalece.
Puede que un día te sorprendas sonriendo a la voz que suena en tu cabeza, como sonreirías a las travesuras de un niño. Esto significa que has dejado de tomarte el contenido de tu mente tan en serio, y que tu sentido de identidad ya no depende de él.
Eckhart Tolle
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La leyenda de Shakti y Shiva
La historia de Shakti y Shiva es una historia de amor. Es la historia de la búsqueda del ser amado dentro de nuestro propio ser. El reencuentro con nuestra totalidad a partir de la unión de los opuestos.
La historia cuenta el despertar de Shakti Kundalini, nuestra experiencia material, su ascensión y viaje por los chakras, vivenciándolos y dinarnizándolos hasta, por fin, encontrarse y unirse a su amado Señor Shiva, nuestra consciencia espiritual.
Cuenta la tradición que, en la base de la columna vertebral, existe una energía dormida. Esa energía está representada bajo la forma de una serpiente enrollada en el hueso sacro. En su sueño, vivimos en un estado de adormecimiento, de ilusión, llamado Maya. En él quedamos prisioneros de los ciclos kármicos de causa y efecto, ya que, como apenas personajes, estamos totalmente inconscientes de nosotros mismos, como actores de nuestro verdadero papel en la vida. En este estado buscamos solo aquello que el mundo material nosofrece. Nuestra felicidad está inevitablemente dependiendo de él. Corazones y mentes, alma y espíritu están esclavizados por las sensaciones materiales de placer y dolor y las conductas morales basadas en los conceptos del bien y del mal. La seguridad y la estabilidad valen más que la espontaneidad y la libertad. Vivimos prisioneros del pasado, inseguros ante el futuro, perplejos ante el presente y, sobre todo, llenos de miedo ante la sombra de la muerte, que nos persigue, paso a paso, como si fuese el fin de todo.
A veces, de manera espontánea o incluso a través de un accidente, esa energía se despierta en seres más evolucionados. No obstante, existen diversas técnicas para su activación que van desde posturas y ejercicios respiratorios o el uso de cristales, hasta prácticas de magia sexual, reteniendo el orgasmo y transformándolo en combustible energético para la iluminación espiritual.
Cuando despertamos nuestra serpiente, despertamos la propia energía femenina del espíritu, física, sexual, que es la base de toda la creación en el mundo material e, incluso, de la propia experiencia espiritual. Ese despertar, como en los cuentos de hadas, transforma esa terrible serpiente en una bella diosa, Shakti Kundalini, que asciende por la médula espinal, despertando y desposando a las divinidades que existen en cada chakra. Esos dioses activos significan el buen funcionamiento de los chakras, desbloqueados y armonizados por la propia energía Kundalini.
Por fin, al llegar al sexto chakra, a la altura de la frente, entre las cejas, Shakti encuentra dormido a su eterno amado, el Señor Shiva, nuestra consciencia espiritual. Entonces empieza a danzar para él, y el amor que emana de su danza lo despierta. Él se une a ella en esa danza y los dos, danzando y amándose, se funden en un solo ser, el andrógino, mitad masculino, mitad femenino, realizando así la Boda Mística, donde los opuestos se unen para volver nuevamente a la unidad, o sea, divinidad y humanidad, Cuerpo y Espíritu danzando unidos en un solo ser.
Este ser Shiva-Shakti, se transforma en pura luz y, como una espiral de energía, atraviesa el Portal de Brahma, el séptimo chakra en la coronilla, y desaparece en el Infinito, volviendo a la Luz Original.
El gran fundamento de este cuento afirma que solo a través de la experiencia llegaremos a nuestra esencia. Solo a través de Shakti llegaremos realmente a Shiva. La energía vital, que corre por el interior de la médula espinal, es el detonante fundamental tanto para desbloquear como para equilibrar todos los chakras horizontales, así como también para encender la llama de la corona espiritual.
Vemos, entonces, que se trata de un proceso: el despertar de la Kundalini y su viaje a través de los chakras, uno por uno, hasta llegar a su destino. No se pueden saltar etapas ni chakras. Se ha de experimentar cada peldaño de esa escalera de consciencia que es la columna vertebral. Comenzamos por la base, con el despertar de la energía vital, tomando consciencia del cuerpo y de sus sensaciones. A continuación abrirá el camino para el equilibrio entre lo emocional y lo racional. A partir de ahí abrirá las puertas del corazón y de la consciencia hasta unirse, al fin, a su esencia.
No importa si la persona tiene X o Y chakras abiertos. Y otros tantos cerrados. Lo que importa es la corriente de energía vital uniendo todos los chakras por dentro de la columna vertebral. Entonces estarán armónicamente abiertos y equilibrados entre sí.
Muchas personas presentan un sexto chakra abierto, casi al fin del viaje. Sin embargo, no sirve de nada si tuviera, por ejemplo el primer chakra bloqueado. Toda su creatividad se va por el desagüe del pilón de la realidad. No existe capacidad para manifestarla de modo práctico y concreto en la vida.
Otras pueden tener un cuarto chakra bien abierto, el amor en sus manos. Sin embargo, hasta el amor esclaviza si tuvieran, por ejemplo, un tercer chakra bloqueado. La voluntad personal queda sumergida ante las llamadas del sentimiento, y la persona no consigue decir No a nadie, sino a sí misma.
domingo, 21 de febrero de 2016
Tal y como eres
La vida es un juego para aprender a proyectar la luz del universo que vibra dentro de nosotros. Lejos de ideales, expectativas y miedos, eres incommensurable, cree en ti, sé libre, sé tal y como eres, y sobre todo, no tengas miedo de brillar y dejarte abrazar por la inocencia del niño que vive en ti.
LA MENTE, según OSHO
La mente es como el polvo que se va acumulando en la ropa de un viajero.
Y has estado viajando y viajando durante millones de vidas, sin bañarte ni una sola vez.
Naturalmente, se ha acumulado mucho polvo. Eso no tiene nada de malo, es natural que ocurra.
Capas y más capas de polvo, y tú crees que esas capas son tu personalidad.
Te has llegado a identificar tanto con ellas, has vivido tanto tiempo con esas capas de polvo, que las confundes con tu piel.
Te has identificado con ellas.
La mente es el pasado, la memoria, el polvo.
A todos les cae encima… si viajas, recogerás polvo. Pero no hay necesidad de identificarse con él, no hay necesidad de unificarse con él, porque si te haces uno con él vas a tener problemas, porque tú no eres el polvo, eres conciencia.
Este polvo se puede tratar de dos maneras.
La manera «religiosa» corriente consiste en lavar la ropa y frotarse bien el cuerpo.
Pero estos métodos no sirven de gran ayuda. Por mucho que laves la ropa, la ropa se ha ensuciado tanto que ya no tiene remedio. No puedes limpiarla; al contrario: todo lo que hagas solo conseguirá ensuciarla más.
La gente religiosa te proporciona jabones y detergentes, instrucciones para lavar la suciedad, pero estos productos dejan sus propias manchas. Por eso, una persona inmoral puede volverse moral, pero seguirá estando sucia. Ahora lo está de un modo moral, pero sigue sucia. A veces, la situación es aún peor que antes.
Un hombre moral tiene toda la inmoralidad dentro de la mente, y le ha añadido cosas nuevas: las actitudes moralistas, puritanas, egoístas.
Toda la inmoralidad sigue estando dentro, porque no puedes controlar la mente desde la superficie; no hay manera de hacerlo. Simplemente, las cosas no funcionan así. Solo existe una clase de control, que es la percepción desde el centro.
La mente es como el polvo acumulado durante millones de viajes. La auténtica actitud religiosa, la actitud espiritual, consiste simplemente en tirar la ropa.
No te molestes en lavarla, porque no se puede lavar. Simplemente despréndete de ella como se desprende una serpiente de su piel vieja, y no mires hacia atrás.
Osho
sábado, 20 de febrero de 2016
¿Por qué no dejamos hablar a los niños?
En primer lugar debo decir que el principal y más lamentable motivo por el cual no nos es posible dar voz a los niños es porque en nuestra infancia nosotros tuvimos muy poca o ninguna voz. No tenemos registro emocional de haber sido escuchados, respetados y amados como nosotros necesitábamos serlo. Nuestros padres nos han dado en la medida que ellos recibieron. Claro que nos han dado y amado todo lo que han podido. La mala noticia es que no siempre nos pudieron dar lo que realmente necesitábamos.
Antiguamente se castigaba severamente a los niños físicamente en los colegios y en las casas y a nadie le parecía mal. Incluso muchos niños a muy corta edad tenían que trabajar duramente. Después de varias generaciones nos hemos dado cuenta de que el castigo físico es brutal y no está permitido en muchos países. No obstante, aún existen países en el mundo donde pegar a los niños está bien visto y está permitido. Si los adultos pegamos, insultamos, humillamos y castigamos a los niños es por qué nosotros, también, fuimos víctimas de violencia, desamparo y abuso.
Mi gran esperanza es que en un futuro bien próximo nos demos cuenta del grado de violencia y abuso que aun ejercemos, hoy en día, sobre los niños. Muchos adultos pensamos que no somos violentos con nuestros hijos o niños por qué no les pegamos. No hay tanta violencia activa visible actualmente pero seguimos siendo violentos en nuestra forma de hablarles y tratarles.
La vivencia infantil de cada niño nos demuestra que aún estamos muy lejos de respetarles, tratarles y amarles como legítimamente merecen y necesitan. Nos es muy difícil entender y conectar con la vivencia interna de un niño. No somos capaces de sentirlos, escucharlos ni comprenderlos… Sólo sentimos NUESTRO mal estar y NUESTRO vacío emocional interior no el de ellos. Perdimos la capacidad de ver y sentir al otro porque nosotros no fuimos suficientemente vistos, mirados ni sentidos por nuestras madres, padres y demás adultos. Por tanto, ahora que somos adultos seguimos necesitando recibir lo que no tuvimos y esa necesidad NUESTRA nos impide poder dar y satisfacer a nuestros hijos. No somos capaces de ser la madre o el padre (adultos en general) que nuestros hijos necesitan que seamos. Sentimos nuestras necesidades de poder, control, autoridad, silencio, paz, orden, calma… y les pedimos y les exigimos que nos las satisfagan sin nosotros tener en cuenta primero las suyas.
Nadie puede ni podrá satisfacer las necesidades de otra persona si primero no ha sentido las suyas satisfechas o al menos escuchadas. Somos los adultos quienes debemos dar primero a nuestros niños para que ellos a su vez puedan dar cuando crezcan. Si no recibimos en la primera infancia y la adolescencia aquello que legítimamente necesitamos como seres humanos no podremos ni sabremos dar en las posteriores etapas de la adultez ya que seguiremos necesitando y pidiendo lo que nunca tuvimos.
¿Cómo puede un niño satisfacernos a nosotros y tener en cuenta nuestras necesidades si nadie ha tenido en cuenta las suyas?
Los adultos solemos pedir aquello que no hemos recibido en nuestra infancia sin ser realmente conscientes de ello, por tanto somos incapaces de darlo. Siendo niños necesitábamos mirada, contacto, presencia, escucha, amor incondicional… y ese vacío hace que de adultos sigamos necesitando. Al estar vacíos no podemos darlo. La infancia es la etapa de recibir y la adultez es la etapa de dar aquello que tuvimos. Dar lo que no se tuvo duele. Conectar con la niña o niño que fuimos es lo único que nos sanará y liberará. Dar lo que no se tuvo requiere de una gran toma de conciencia. Muy pocos adultos estamos dispuestos a reconocer esas carencias infantiles para luego poder tomar conciencia del niño que fuimos y no proyectarlo en la próxima generación.
¿Por qué nos cuesta tanto reconocerlo y aceptarlo? Pues, simplemente por qué saber que no nos pudieron amar tal y como necesitábamos duele. Y además ponemos en evidencia a mamá y papá. Muchos tenemos idealizados a papá y mamá y reconocer eso hace que los veamos tal y como realmente son y no como nos gustaría que fuesen. Cortar la cadena requiere trabajo personal, confrontación con nuestro pasado y nuestra sombra y una gran responsabilidad. También requiere admitir y ver que mamá y papá hicieron lo que muy buenamente pudieron pero que no fue suficiente. Si nos dieron poco es por qué a su vez ellos también recibieron muy poco. Y así seguimos hoy en día…
Cuando no hemos recibido lo que necesitábamos nos será muy difícil poder darlo y seguiremos pidiendo al otro (nuestra pareja, hijos, amigos…) aquello que no tuvimos en pedidos desplazados. De niños pedíamos y suplicábamos ser vistos, escuchados, amados, aceptados… por mamá y papá. De adultos pedimos a nuestros hijos y a nuestras parejas aquello que somos incapaces de darles por qué en el fondo seguimos necesitando lo que mamá y papá no nos pudieron dar. Eso son pedidos desplazados. Pedimos obediencia y ejercemos el poder para satisfacer nuestras necesidades.
Estamos vacíos emocionalmente hablando y nos faltan herramientas y recursos emocionales pero lo más triste de esta penosa situación es que muy pocos somos consciente de ello y seguimos perpetuando la misma cadena por falta de toma de conciencia. Seguimos pensando que el problema está en los niños y no en cómo los adultos tratamos y miramos a los niños. Somos niños disfrazados de adultos.
Mi gran deseo es que de igual modo que muchos adultos nos hemos dado cuenta que pegar, abusar y hacer trabajar a los niños les lastimaba física, psicológica y emocionalmente, quiero creer que es posible que un día no muy lejano también nos daremos cuenta que castigar, amenazar, obligar, forzar, gritar, desatender, no escuchar, ordenar, exigir, premiar, humillar, rechazar, criticar, juzgar e ignorar a un niño también es mal trato, abuso emocional y un acto de violencia.
A nadie le gusta ser tratado así, repito a NADIE. Ser tratado así no hace que seamos mejores personas más bien hace que nos sintamos mal, muy mal. Y ese mal estar nos desconecta de quien realmente hemos venido a ser y también nos desconecta de nuestros padres y hace que de adolescentes y de adultos sigamos tratándonos así y pensemos que eso es lo que toca.
Ser maltratado impide que podamos sentir al otro o conectar con sus necesidades, deseos o intereses. Se nos olvidó cómo nos sentíamos de niños por qué nadie lo nombró ni lo tuvo en cuenta, por tanto haremos lo mismo a nuestros hijos. El desastre ecológico es que no nos ponemos a pensar en ello. Mi intención, mi propósito superior es dar voz a esos niños y niñas que todos fuimos para luego poder dar voz a los niños que tenemos y vemos. Seguimos haciéndoles cosas a los niños que no harías a un adulto o que no quisiéramos que nos hicieran a nosotros.
¿Por qué seguimos castigando, amenazando, criticando, juzgando y humillando a nuestros hijos y niños en general?
¿Por qué necesitamos ejercer el poder sobre ellos?
¿Por qué necesitamos su obediencia y complacencia?
¿Por qué no podemos satisfacer sus necesidades de contacto, juego, escucha, motrices, presencia, mirada, atención…?
¿Por qué pensamos que un adulto puede pedirle, hacerle y decirle a un niño lo que le plazca?
¿Por qué no podemos sentir la pena, la soledad, el miedo, la vergüenza, la falta de amor y aceptación que sienten nuestros hijos cada vez que son tratados así?
¿Qué es lo que nos imposibilita ponernos en su lugar y conectar con su vulnerabilidad y su tristeza por no ser comprendidos, escuchados, aceptados y amados incondicionalmente por ser quienes ya son y no por lo que hacen o dicen?
La respuesta a todas y cada una de estas preguntas es: Porqué de niños hemos recibido, sufrido, lo mismo. Nosotros también estábamos en ese lugar. No lo podemos recordar por qué nadie lo nombró y nadie nos dio voz. No les estaríamos tratando así a los niños si nadie nos hubiera tratado así a nosotros primero.
¿Cuantas generaciones más vamos a esperar para darles voz a nuestros hijos y niños? Rompamos la cadena de una vez por todas y dejemos atrás lo que no queremos seguir perpetuando.
¿Qué tipo de padres y madres queremos que tengan nuestros nietos? Un padre ausente, una madre triste, desconectada y sin recursos emocionales. Que sus padres les peguen y les griten y les castiguen y les humillen… Eso es lo que de verdad queremos para nuestros nietos… No olvidemos que los padres de nuestros nietos son nuestros hijos hoy. En nuestras manos está el futuro de nuestros nietos. En nuestras manos está el futuro de la humanidad.
Si todos los niños fuesen respetados, amados incondicionalmente y sus necesidades satisfechas o al menos escuchadas y tuvieran madres y padres conscientes de sus carencias, no habrían adultos que necesitarán matar, mandar, violar, abusar. Un adulto feliz, contento, en paz y conectado consigo mismo no tiene la necesidad de hacer daño a nadie.
Nuestros hijos no necesitan padres y madres o demás adultos “perfectos”. Necesitan madres y padres sinceros, humildes, honestos, vulnerables y conscientes de su propia historia personal. Que conozcan y reconozcan sus limitaciones pero que quieren tomar conciencia de sus vacíos emocionales y revisarlos. Que sepan disculparse y que quieran hacer las cosas desde otro lugar.
Hay la creencia de que los niños necesitan mano dura, saber quién manda, límites impuestos y arbitrarios y disciplina dura. Los niños sólo necesitan ser amados y tenidos en cuenta y tener un buen modelo a su alrededor. Un niño respetado respeta. Un niño escuchado escucha. Un niño feliz está en armonía. Los niños se comportan mal cuando se sienten mal igual que los adultos. Ya he hablado de esto en anteriores artículos.
Los castigos, los premios o las amenazas no nos hacen ser mejores personas. Si queremos que nuestros hijos sean de algún modo en concreto, seamos nosotros de ese modo. Si queremos que sean educados, pacientes, respetuosas, honestos, humildes, bondadosos… Seamos de ese modo con ellos y con los demás. Así veremos la verdad de quien somos nosotros. Queremos que nuestros hijos sean personas generosas, bondadosas y felices ejerciendo el poder sobre ellos y tratándoles con autoridad y hostilidad. Eso no es posible. Los niños no hacen lo que les decimos sino lo que ven que les hacemos.
Se nos ha olvidado lo que sentíamos nosotros de niños. Ya no tenemos registro de ello, sólo nos queda la memoria emocional. Pero nuestro cuerpo emocional sí lo recuerdo y lo proyecta en la próxima generación. Cuando empecemos a revisar nuestras propias infancias y la de nuestros padres y abuelos comprenderemos el origen de toda esta violencia, crueldad, rabia, odio, necesidad de poder, insatisfacción, necesidad de poseer y consumir y desconexión emocional con nuestro ser esencial y el de los demás incluido el de nuestros hijos.
Dar voz a los niños cuando otras personas no lo hacen es vital. En casa de familiares o amigos podemos encontrarnos en situaciones en donde no se habla con respeto a los niños o se les obliga a comer o hacer cosas que quizás no puedan o no les apetezca. Hay personas en lugares públicos muy poco respetuosas e impacientes con los niños. En situaciones de estas, intento dar voz al adulto y al niño a la vez. Diciendo por ejemplo: “Cariño, hay gente esperando en la cola y creo que este ruido y verte correr arriba y abajo les incomoda. Ya sé que estás aburrido y es tarde pero qué podrías hacer que no fuera correr? Puedo hacer yo algo por ti?” o también: “Cariño, ya sabes que en casa de la abuela no ponemos los pies en el sofá. Estamos en su casa y ella lo prefiere así”. Si alguien ha sido muy duro o autoritario: “Cariño, ¿cómo te sientes? Creo, que no te ha gustado como te ha hablado el abuelo, ¿verdad? Quieres decirle algo o prefieres que le diga yo algo?” Si les damos voz verán que ellos son importantes para nosotros y lo que los demás hagan o digan no tendrá tanto impacto en ellos al sentirse seguros, respetados y tenidos en cuenta por nosotros.
Muchos adultos crean alianzas entre ellos en contra de los niños provocando que se sienten solos, abandonados y perdidos. Hay que tener en cuenta que esos adultos quizás no tuvieron voz de niños por tanto la siguen necesitando ahora.
Sólo tratando, viendo, mirando y sobre todo SINTIENDO a los niños de un modo distinto podremos darle un giro de 180 grados al tipo de sociedad que tenemos y queremos mejorar y cambiar. La sociedad es el vivo reflejo de cada hogar y lo que en el ocurre. Hagamos de cada hogar un lugar de amparo, mirada y AMOR incondicional para todos. En la Tribu de Madres Conscientes junto a 95 madres más lo estamos logrando.
Para terminar necesito deciros que dando lo que no tuve, me sané y prometí compartirlo.
Yvonne Laborda
martes, 9 de febrero de 2016
MANTRA LIMPIA LA NEGATIVIDAD A TU ALREDEDOR
Mantra purificante,capaz de actuar casi de inmediato. Se puede utilizar para la purificación de la energía de su cuerpo físico y espiritual, para limpiar la casa y todos los objetos en el mismo.
OM AH HUM SOHA
Las sílabas OM AH HUM tienen un significado externo, un significado interno y un significado "secreto". Sin embargo, en cada uno de estos planos, OM representa el cuerpo, AH el habla, y HUM la mente. Las tres sílabas representan las bendiciones transformadoras del cuerpo, el habla y la mente de todos los budas.
Externamente, OM purifica todos los actos negativos cometidos por medio del cuerpo, AH los cometidos por medio del habla, y HUM los cometidos por medio de la mente. Al purificar el cuerpo, el habla y la mente, OM AH HUM confiere la bendición del cuerpo, el habla y la mente de los budas.
OM es además la esencia de la forma, AH la esencia del sonido, y HUM la esencia de la mente. Por consiguiente, al recitar este mantra uno también purifica el ambiente y a todos los seres que hay en él, incluido uno mismo. OM purifica todas las percepciones, AH todos los sonidos, y HUM la mente, con sus ensamientos y emociones. Internamente, OM purifica los canales sutiles, AH el viento, aire interno o flujo de energía, y HUM la esencia creativa.
Se aconseja:
- Escoger uno solo de los mantras e utilizarlo durante 21 o 40 días.
- Prácticar todos los dias o tan a menudo como se pueda. Muy pronto dejarás de necesitar la grabación y el mantra formará parte de tu vida diaria.
- Intentar estar tan enfocado y presente como se pueda.
- Intentar también pronunciar lo mejor posible y seguir el ritmo que oyes en el vídeo.
Todo lo que sucede en tu vida es una bendición
ღ¸.•´¯`•.¸.❀.¸.•°*”˜•๑۩۞۩๑•˜”*°•.¸.❀.¸.•´¯`•.¸ღ
Absolutamente todo lo que sucede en tu vida es una bendición...
ya sea un suceso doloroso, o una enfermedad,
una relación amorosa, o una amistad...
ya sea tu propia familia, o tu lugar de trabajo,
una situación difícil o todo lo contrario.
Todo lo que llega a tu vida es realmente una bendición,
y es lo que te ayuda a impulsar tu evolución...
Tú elevas tu consciencia a partir de tus propias experiencias,
por tanto, no reniegues de nada... no juzgues nada,
ya que lo más duro y doloroso,
es realmente lo que más te hace ir a tu interior,
en busca de respuestas... en busca de solución.
Agradece por todo lo que se presenta en tu vida,
ya que sin ello, tú no serías la persona que eres ahora.
Cada "error" es una experiencia más,
y cuanta más experiencia, más sabiduría tendrás.
No reniegues de la vida...
no reniegues de los demás,
ya que todo ello es tan solo una proyección de tu propia mente,
que está ahí para ayudarte a Despertar.
Deja los juicios a un lado, y ve un poco más allá...
y te darás cuenta de que todo lo que ha sucedido en tu vida,
lo que sucede y lo que sucederá, eres tú mismo;
jugando con la dualidad, creando la separatividad...
proyectando mentalmente y manifestando físicamente,
con la única y exclusiva finalidad,
de que comprendas que tú mismo eres la Verdad.
Camino al Despertar
domingo, 7 de febrero de 2016
LA IMPERMANENCIA Y LOS CICLOS DE LA VIDA
Mientras usted esté en la dimensión física y ligado a la mente humana colectiva, el dolor físico es aún posible.
Esto no debe confundirse con el sufrimiento, con el dolor mental-emocional.
Todo sufrimiento es creado por el ego y se debe a la resistencia.
Mientras usted esté en esta dimensión, aún está sujeto a su naturaleza cíclica y a la ley de la impermanencia de todas las cosas, pero ya no percibe esto como "malo". Simplemente es.
Al permitir el "ser" de todas las cosas, se le revela una dimensión más profunda bajo el juego de los contrarios, como una presencia permanente, una profunda quietud que no cambia, una alegría sin causa que está más allá del bien y del mal. Esta es la alegría del Ser, la paz de la Divinidad.
En el nivel de la forma, hay nacimiento y muerte, creación y destrucción, crecimiento y disolución de las formas aparentemente separadas.
Esto se refleja en todas partes: en el ciclo vital de una estrella o un planeta, en un cuerpo físico, un árbol, una flor, en el surgimiento y la caída de las naciones, los sistemas políticos, las civilizaciones; y en los inevitables ciclos de ganancia y pérdida de la vida de un individuo.
Hay ciclos de éxito; cuando las cosas vienen a usted y prosperan. Y ciclos de fracaso; cuando se retiran o se desintegran y usted tiene que dejarlas ir para dejar espacio a que surjan cosas nuevas, o para que ocurra la transformación.
Si usted se aferra y se resiste en este punto, significa que está rehusando seguir el flujo de la vida, y sufrirá.
No es cierto que el ciclo ascendente sea bueno y el descendente malo, excepto en el juicio de la mente.
El crecimiento se considera positivo habitualmente, pero nada puede crecer por siempre.
Si el crecimiento, de cualquier tipo, continuara por siempre, se volvería eventualmente monstruoso y destructivo.
Se necesita la disolución para que pueda ocurrir nuevo crecimiento. Uno no puede existir sin el otro.
El ciclo descendiente es absolutamente esencial para la realización espiritual.
Usted debe haber fracasado profundamente en algún nivel o experimentado una pérdida o un dolor profundo para ser llevado a la dimensión espiritual.
O quizás el mismo éxito se volvió vacío y sin significado y así resultó un fracaso.
El fracaso se esconde en cada éxito y el éxito en cada fracaso.
En este mundo, que permanecerá en el nivel de la forma, las personas "fracasan" tarde o temprano, por supuesto, y cada logro eventualmente se convierte en nada. Todas las formas son impermanentes.
Usted puede de todos modos ser activo y disfrutar el crear nuevas formas y circunstancias, pero no se identificará con ellas. No las necesita para obtener un sentido de sí mismo. No son su vida, sólo su situación vital.
Su energía física también está sujeta a ciclos. No puede estar siempre en un tope. Habrá épocas de energía baja, así como otras de energía alta.
Habrá periodos en los que usted es muy activo y creativo, pero también puede haber otros en los que todo parece estar estancado, cuando parece que usted no llega a ninguna parte, no logra nada.
Un ciclo puede durar desde unas horas hasta varios años. Hay grandes ciclos y ciclos cortos dentro de los largos.
Muchas enfermedades se producen por luchar contra los ciclos de energía baja, que son vitales para la regeneración.
La compulsión a actuar y la tendencia a derivar su sentido del propio valor y de la identidad de factores externos tales como el éxito, es una ilusión inevitable mientras usted esté identificado con la mente.
Esto le hace difícil o imposible aceptar los ciclos bajos y permitirles ser. Así, la inteligencia del organismo puede tomar el control como una medida autoprotectora y producir una enfermedad para forzarlo a detenerse, de modo que pueda tener lugar la regeneración necesaria.
La naturaleza cíclica del universo está estrechamente ligada con la impermanencia de todas las cosas y situaciones. El Buda hizo de esto una parte central de su enseñanza.
Todas las condiciones son altamente inestables y están en flujo constante, o, como él lo expresó, "la impermanencia es una característica de toda condición, de toda situación que usted pueda enfrentar en su vida. Estas cambiarán, desaparecerán o ya no le satisfarán."
La impermanencia es también fundamental en el pensamiento de Jesús: "No guarden tesoros en la tierra, donde la polilla y la herrumbre los consumen y donde los ladrones entran y roban..."
Mientras una condición se considere "buena" por la mente, sea una relación, una posesión, un papel social, un lugar o su cuerpo físico, la mente se apega a ella y se identifica con ella.
Lo hace feliz, lo hace sentirse bien consigo mismo y puede formar parte de lo que usted es, o de lo que cree que es.
Pero nada dura en esta dimensión donde la polilla y la herrumbre consumen. O termina, o cambia, o sufre un cambio de polaridad: la misma condición que era buena ayer o el año pasado, se ha vuelto mala de repente o gradualmente. La misma condición que lo hizo feliz, lo hace entonces infeliz.
La prosperidad de hoy se vuelve el consumismo vacío de mañana.
El matrimonio y la luna de miel felices se convierten en el divorcio o la coexistencia desdichada.
O la condición desaparece, así que su ausencia lo hace infeliz.
Cuando una condición o situación a la que la mente se ha apegado y con la que se ha identificado, cambia o desaparece, la mente no puede aceptarlo.
Se aferrará a la condición que desaparece y se resistirá al cambio.
Es casi como si le arrancaran un miembro del cuerpo.
A veces oímos decir que personas que han perdido todo su dinero o cuya reputación se ha arruinado, se suicidan. Estos son los casos extremos. Otros, cuando tienen una gran pérdida de un tipo u otro, simplemente se vuelven profundamente infelices o se hacen daño a sí mismos. No pueden distinguir entre su vida y su situación vital.
Hace poco leí sobre una actriz famosa que murió a los ochenta y tantos años. Cuando su belleza empezó a desvanecerse y a ser devastada por la vejez, ella se volvió desesperadamente infeliz y se recluyó. También ella se había identificado con una condición: su apariencia externa. Primero, la condición le dio un sentido feliz de sí misma, luego uno infeliz.
Si hubiera sido capaz de conectarse con la vida sin forma y sin tiempo de su interioridad, podría haber observado y permitido el marchitamiento de su forma externa desde un lugar de serenidad y paz. Más aún, su forma externa se habría vuelto cada vez más transparente a la luz de su naturaleza verdadera y sin edad que brillaba a través de ella, así que su belleza no se habría marchitado sino simplemente se habría transformado en belleza espiritual.
Sin embargo, nadie le dijo que esto era posible. El tipo de conocimiento más esencial no es todavía ampliamente accesible.
El Buda enseñó que incluso la felicidad es dukkha, una palabra pali que significa "sufrimiento" o "insatisfacción".
Es inseparable de su contrario. Esto significa que su felicidad e infelicidad son de hecho una sola cosa. Sólo la ilusión del tiempo las separa.
Esto no es ser negativo. Es simplemente reconocer la naturaleza de las cosas, de modo que no persiga una ilusión por el resto de su vida.
Tampoco es decir que no debería apreciar ya las cosas o condiciones placenteras o bellas. Pero buscar en ellas algo que no pueden dar -una identidad, un sentido de permanencia y de realización- es una receta para la frustración y el sufrimiento.
Toda la industria de la publicidad y la sociedad de consumo se derrumbarían si la gente se iluminara y dejara de buscar su identidad a través de las cosas.
Cuanto más busque la felicidad por este medio, más lo eludirá. Nada exterior lo satisfará, excepto temporal y superficialmente, pero puede que necesite experimentar muchas desilusiones antes de darse cuenta de esta verdad.
Las cosas y las condiciones externas pueden darle placer, pero no pueden darle alegría.
Nada puede darle alegría. La alegría no tiene causa y surge de adentro como alegría de Ser.
Es parte esencial del estado interior de paz, el estado que ha sido llamado la paz de Dios. Es su estado natural, no algo para lo que usted tiene que trabajar duro o que tiene que esforzarse por alcanzar.
Muchas personas nunca se dan cuenta de que no puede haber "salvación" en nada que hagan, posean o alcancen.
Los que se dan cuenta de ello a menudo se cansan del mundo y se deprimen: si nada puede darle verdadera realización, ¿qué queda para luchar por ello? ¿Qué sentido tiene todo?
El profeta del Antiguo Testamento debió llegar a tal comprensión cuando escribió: "He visto todo lo que se ha hecho bajo el sol y todo es vanidad y esforzarse contra el viento".
Cuando usted llega a este punto, está a un paso de la desesperación y a un paso de la iluminación.
Un monje budista me dijo una vez: "Todo lo que he aprendido en los veinte años que llevo de monje puedo resumirlo en una frase: todo lo que surge se desvanece. Eso es lo que sé".
Lo que quería decir, por supuesto, era esto: he aprendido a no ofrecer resistencia a lo que es; he aprendido a dejar ser al momento presente y a aceptar la naturaleza impermanente de todas las cosas y condiciones. Así he encontrado la paz.
No ofrecer resistencia a la vida es estar en un estado de gracia, sosiego y levedad.
Ese estado ya no depende de que las cosas sean buenas o malas. Parece casi paradójico, sin embargo que cuando su dependencia interior de la formas ha desaparecido (cuando ya no hay apego a las cosas o personas), las condiciones generales de su vida, las formas externas, tienden a mejorar en gran medida.
Las cosas, las personas o las condiciones que usted pensaba que necesitaba para su felicidad llegan ahora a usted sin esfuerzo de su parte y usted está libre para gozarlas y apreciarlas, mientras duren.
Todas esas cosas, por supuesto, se irán, los ciclos irán y vendrán, pero una vez desaparecida la dependencia ya no hay temor a la pérdida. La vida fluye con facilidad.
La felicidad que se deriva de una fuente secundaria nunca es muy profunda. Es sólo un pálido reflejo de la felicidad de Ser, la paz vibrante que usted encuentra en su interior cuando entra en el estado de no resistencia.
El Ser lo lleva más allá de los polos opuestos de la mente y lo libera de la dependencia de la forma.
Incluso si todo se derrumbara a su alrededor, aún sentiría un profundo núcleo interior de paz. Puede que no sea feliz, pero estará en paz.
Eckhart Tolle
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