El campesino que jugó a ser Dios (Fábula budista)
Un día un campesino encontró a Dios y le dijo:
– Tú has creado el mundo pero no eres un campesino, no conoces la agricultura. Tienes mucho que aprender.
Dios le preguntó:
– ¿Cual es tu consejo?
– Dame un año y deja que las cosas ocurran tal y como yo quiero. La pobreza no existirá nunca más.
Dios aceptó. Naturalmente, el campesino pidió lo mejor: ni tormentas, ni ningún tipo de peligro para el grano. El trigo crecía y el campesino era feliz. Todo era perfecto.
Al final del año, el campesino encontró a Dios y le dijo, orgulloso:
– ¿Has visto cuánto trigo tenemos? ¡Habrá comida suficiente por 10 años sin tener que trabajar!
Sin embargo, cuando recogió el grano, se dio cuenta de que estaban vacíos. Desconcertado, le preguntó a Dios qué había pasado, a lo que este respondió:
– Has eliminado los conflictos y las fricciones, así que el trigo no terminó de germinar.
"Los problemas son parte de la vida, nos hacen fuertes, nos convierten en personas resilientes. Los días de tristeza son tan necesarios como los días de felicidad porque nos permiten crecer. Por tanto, es mejor dejar de quejarse y de sentirse miserable por las dificultades, estas son oportunidades para aprender a ver la vida con otros ojos."
SERENIDAD
Al terminar la clase, ese día de verano, mientras el maestro organizaba unos documentos encima de su escritorio, se le acercó uno de sus alumnos y en forma desafiante le dijo:
- "Profesor, lo que más me alegra de haber terminado sus clases es que no tendré que escuchar más sus tonterías y podré descansar de verle esa cara aburrida"
El alumno estaba erguido, con semblante arrogante, en espera de que el maestro reaccionara ofendido y descontrolado.
El profesor miró al alumno por un instante y en forma muy tranquila le preguntó:
- "¿Cuando alguien te ofrece algo que no quieres, lo recibes?"
El alumno quedó desconcertado por la calidez de la sorpresiva pregunta.
- "¡Por supuesto que no!", contestó de nuevo en tono despectivo el muchacho.
- "Bueno", prosiguió el profesor. "Cuando alguien intenta ofenderme o me dice algo desagradable, me está ofreciendo algo, en este caso una emoción de rabia y rencor, que puedo decidir no aceptar."
- "No entiendo a qué se refiere", dijo el alumno confundido.
- "Muy sencillo", replicó el profesor. "Tú me estás ofreciendo rabia y desprecio, y, si yo me siento ofendido o me pongo furioso, estaré aceptando tu regalo. Y yo, mi amigo, en verdad prefiero obsequiarme mi propia serenidad."
- "Muchacho", concluyó el profesor en tono gentil, "tu rabia pasará, pero no trates de dejarla conmigo, porque no me interesa. Yo no puedo controlar lo que tú llevas en tu corazón, pero de mí sí depende lo que yo cargo en el mío."
LA HISTORIA DEL LÁPIZ
El niño miraba al abuelo escribir una carta. En un momento dado, le preguntó:
- Abuelo, ¿Estás escribiendo una historia que nos pasó a los dos? ¿Es, quizá, una historia sobre mí?
El abuelo dejó de escribir, sonrió y dijo al nieto:
- Estoy escribiendo sobre ti, es cierto. Sin embargo, más importante que las palabras es el lápiz que estoy usando. Me gustaría que tú fueses como él cuando crezcas.
El niño miró el lápiz, intrigado, y no vio nada de especial.
- Abuelo, ¡Pero si es igual a todos los lápices que he visto en mi vida!
- Mira, escúchame, Todo depende del modo en que mires las cosas. Hay en él cinco cualidades que, si consigues mantenerlas, harán de ti una persona por siempre en paz con el mundo.
* Primera cualidad: puedes hacer grandes cosas, pero no olvides nunca que existe una mano que guía tus pasos. A esta mano nosotros la llamamos Dios, y Él siempre te conducirá en dirección a su voluntad.
* Segunda: de vez en cuando necesito dejar de escribir y usar el sacapuntas. Eso hace que el lápiz sufra un poco, pero al final está más afilado. Por lo tanto, debes ser capaz de soportar algunos dolores, porque te harán mejor persona.
* Tercera: el lápiz siempre permite que usemos una goma para borrar aquello que está mal. Entiende que corregir algo que hemos hecho no es necesariamente algo malo, sino algo importante para mantenernos en el camino de la justicia.
* Cuarta: lo que realmente importa en el lápiz no es la madera ni su forma exterior, sino el grafito que hay dentro. Por lo tanto, cuida siempre de lo que sucede en tu interior.
* Finalmente, la quinta cualidad del lápiz: siempre deja una marca. De la misma manera, has de saber que todo lo que hagas en la vida dejará trazos, e intenta ser consciente de cada acción.
El campesino que jugó a ser Dios (Fábula budista)
Un día un campesino encontró a Dios y le dijo:
– Tú has creado el mundo pero no eres un campesino, no conoces la agricultura. Tienes mucho que aprender.
Dios le preguntó:
– ¿Cual es tu consejo?
– Dame un año y deja que las cosas ocurran tal y como yo quiero. La pobreza no existirá nunca más.
Dios aceptó. Naturalmente, el campesino pidió lo mejor: ni tormentas, ni ningún tipo de peligro para el grano. El trigo crecía y el campesino era feliz. Todo era perfecto.
Al final del año, el campesino encontró a Dios y le dijo, orgulloso:
– ¿Has visto cuánto trigo tenemos? ¡Habrá comida suficiente por 10 años sin tener que trabajar!
Sin embargo, cuando recogió el grano, se dio cuenta de que estaban vacíos. Desconcertado, le preguntó a Dios qué había pasado, a lo que este respondió:
– Has eliminado los conflictos y las fricciones, así que el trigo no terminó de germinar.
– Tú has creado el mundo pero no eres un campesino, no conoces la agricultura. Tienes mucho que aprender.
Dios le preguntó:
– ¿Cual es tu consejo?
– Dame un año y deja que las cosas ocurran tal y como yo quiero. La pobreza no existirá nunca más.
Dios aceptó. Naturalmente, el campesino pidió lo mejor: ni tormentas, ni ningún tipo de peligro para el grano. El trigo crecía y el campesino era feliz. Todo era perfecto.
Al final del año, el campesino encontró a Dios y le dijo, orgulloso:
– ¿Has visto cuánto trigo tenemos? ¡Habrá comida suficiente por 10 años sin tener que trabajar!
Sin embargo, cuando recogió el grano, se dio cuenta de que estaban vacíos. Desconcertado, le preguntó a Dios qué había pasado, a lo que este respondió:
– Has eliminado los conflictos y las fricciones, así que el trigo no terminó de germinar.
"Los problemas son parte de la vida, nos hacen fuertes, nos convierten en personas resilientes. Los días de tristeza son tan necesarios como los días de felicidad porque nos permiten crecer. Por tanto, es mejor dejar de quejarse y de sentirse miserable por las dificultades, estas son oportunidades para aprender a ver la vida con otros ojos."
SERENIDAD
Al terminar la clase, ese día de verano, mientras el maestro organizaba unos documentos encima de su escritorio, se le acercó uno de sus alumnos y en forma desafiante le dijo:
- "Profesor, lo que más me alegra de haber terminado sus clases es que no tendré que escuchar más sus tonterías y podré descansar de verle esa cara aburrida"
El alumno estaba erguido, con semblante arrogante, en espera de que el maestro reaccionara ofendido y descontrolado.
El profesor miró al alumno por un instante y en forma muy tranquila le preguntó:
- "¿Cuando alguien te ofrece algo que no quieres, lo recibes?"
El alumno quedó desconcertado por la calidez de la sorpresiva pregunta.
- "¡Por supuesto que no!", contestó de nuevo en tono despectivo el muchacho.
- "Bueno", prosiguió el profesor. "Cuando alguien intenta ofenderme o me dice algo desagradable, me está ofreciendo algo, en este caso una emoción de rabia y rencor, que puedo decidir no aceptar."
- "No entiendo a qué se refiere", dijo el alumno confundido.
- "Muy sencillo", replicó el profesor. "Tú me estás ofreciendo rabia y desprecio, y, si yo me siento ofendido o me pongo furioso, estaré aceptando tu regalo. Y yo, mi amigo, en verdad prefiero obsequiarme mi propia serenidad."
- "Muchacho", concluyó el profesor en tono gentil, "tu rabia pasará, pero no trates de dejarla conmigo, porque no me interesa. Yo no puedo controlar lo que tú llevas en tu corazón, pero de mí sí depende lo que yo cargo en el mío."
Paulo Coelho
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