- Pecado 1: A la gente no le gusta aprender.
El principal presupuesto del que parte la educación tradicional es que a las personas no les gusta aprender, por eso hay que obligarlas, controlarlas, vigilarlas y evaluarlas para que lo hagan.
Penitencia: a las personas les encanta aprender, de hecho todas lo hacen continuamente, dentro o fuera de una universidad o escuela. Lo que no les gusta es estar sentadas seis horas sin poder moverse y escuchando a alguien hablar de forma monótona sobre un tema que no les interesa. La única forma de solucionar esto es haciendo las clases más participativas, empoderando a los alumnos sobre su propio proceso educativo y dejándoles que decidan, en la medida de lo posible, el contenido de la asignatura y el modo en que quieren aprenderla.
- Pecado 2: “Si no comprendes ahora por qué tienes que tienes que aprender esto, algún día lo entenderás”.
Esa era la respuesta habitual de mis profesores cuando me enseñaban algo que para mí carecía de sentido aprender. La mayoría de esas cosas, por no decir todas, jamás las necesité y ni siquiera las hubiera recordado en el caso de haberlas necesitado. Si muchos profesores fuesen realistas, reconocerían que sus alumnos olvidan una semana después del examen cualquier contenido que no tenga relevancia o sentido para ellos. El protagonista del aprendizaje debería ser el alumno, sin embargo son otros los que deciden por él qué tiene que estudiar y cómo.
Penitencia: el único aprendizaje real es el aprendizaje significativo, es decir, el que tiene sentido para el alumno, el que le aporta valor de algún modo. En vez de esperar ingenuamente que la motivación del alumno se adapte a un contenido impuesto externamente, adapta tus clases (material, métodos, canales de comunicación…) a los intereses de tus alumnos. ¿Por qué canales se comunican y aprenden habitualmente tus alumnos? ¿Teléfono móvil, redes sociales, foros de internet? Adáptate a eso. ¿Qué materiales les resultan más interesantes? Si toda la sociedad va a pasos agigantados hacia una cultura más audio-visual, no tiene sentido que la educación priorice sistemáticamente lo textual entre sus materiales. Escuchar o leer palabras es solo una forma de aprendizaje entre muchas.
- Pecado 3. “Nos tiene que dar tiempo a ver todo el temario”.
Muchos profesores consideran (muy ingenuamente) que el futuro laboral y el desarrollo humano de sus alumnos están en riesgo si no consiguen meter con calzador todo el temario de su asignatura. No se puede ir por la vida sin saber hacer derivadas, conocer el autor de Tiempo de silencio o comprender qué es el imperativo categórico kantiano.
Penitencia: fomenta el auto-aprendizaje. La educación tradicional es una educación orientada a contenidos, que ya están cerrados, determinados y estáticos, pero en la época de Google… Nuestros alumnos necesitan una educación orientada a habilidades, por ejemplo aprender a buscar, seleccionar, evaluar, comunicar y compartir información relevante dentro de una asignatura. Es más importante enseñar a aprender, que enseñar un contenido concreto, del que muchas veces se olvidan una semana después del examen.
- Pecado 4. “Aquí se viene a aprender, no a divertirse”.
El cerebro es un órgano diseñado evolutivamente para aprender intencional o espontáneamente en toda situación y contexto. Sólo hay dos formas de evitar que un cerebro aprenda: estresándolo o aburriéndolo. La educación tradicional se ha especializado en construir el entorno más efectivo para aburrir a un cerebro.
Penitencia: asume de una vez que es imposible aprender si uno se está aburriendo. ¿Cómo se divierte un cerebro? Experimentando, equivocándose, consumiendo contenido de su interés, participando activamente en la creación de algo, interaccionando con otros cerebros, sintiéndose parte de un grupo… Ya que un educador trabaja con cerebros, ¿estás utilizando la abundante investigación reciente sobre el cerebro para enriquecer tus clases?
- Pecado 5: Un examen escrito mide tu conocimiento.
Un examen escrito mide exclusivamente conocimiento teórico o conceptual, la capacidad memorística y las habilidades lingüísticas (expresión verbal, argumentar, redactar…), es decir, habilidades antaño importantes que han perdido mucho peso tanto en el mercado laboral como en la sociedad, y en casi todo los ámbitos dela vida en general.
Penitencia: diseña tus clases para que los alumnos entrenen y desarrollen habilidades prácticas que van a necesitar en un mundo laboral en permanente cambio, donde los conocimientos se quedan obsoletos enseguida y es necesario un aprendizaje permanente. No se trata de abandonar definitivamente el examen escrito, sino de combinarlo con otros métodos para desarrollar y evaluar habilidades prácticas, tales como trabajar en equipo, aprender por uno mismo de manera permanente, ser creativo o comunicar una idea de manera efectiva. No se trata de “ser creativo” en abstracto, o de enseñar a trabajar en equipo sin más. No vas a dejar tu asignatura de lado para enseñar competencias suaves (soft skills), sino que vas a integrarlas en y al servicio de tu asignatura.
La educación tradicional tiene muchas cosas útiles y muchas obsoletas. Los sistemas educativos van a sufrir muchos cambios en los próximos años, pero los educadores no podemos esperar para generar ese cambio en nosotros mismos.
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