domingo, 17 de junio de 2012

Pinocho


Pinocho, de Carlo Collodi






Pocos son los que saben que Pinocho, el muñeco de madera salido de la mente y la creatividad del escritor italiano Carlo Collodi, no es un cuento infantil. De hecho, por su extensión es una novela, pero su pretendida trama infantil no pasa de ser el vehículo a través del cual Collodi pretendió entregar un profundo mensaje espiritual, iniciático, esotérico y de desarrollo personal.

Revisemos la historia, iré marcando en negrita algunos vocablos que son muy esclarecedores desde el punto de vista esotérico en general y masónico en particular: Gepetto, un viejo maestro que usa delantal, siempre soñó con tener un hijo, por eso que al ver brillar en el cielo la Estrella Azul pidió con todo  fervor que su deseo le fuera concedido (esto equivale a contactarse  con un nivel superior de consciencia). Aquella noche, mientras Gepetto dormía, hizo su aparición el Hada Azul y dio la vida al muñeco dvirtiéndole que debía portarse bien para llegar a ser un niño de verdad (entendamos esto a partir de la idea de ser un hombre de verdad, otra idea inspiradora de las escuelas iniciáticas). Para que le aconsejase sobre su comportamiento nombró a Pepe Grillo como su consciencia (el trabajo consciente del desarrollo personal es también un ideal hermético).
No nos olvidemos que Pinocho fue un trabajo realizado a mano por el carpintero quien lo elaboró a partir de un leño, logrando crear un muñeco muy bueno gracias a su esfuerzo.
Los hilos que mueven el destino de los títeres son similares a los hilos del destino que nos mueven como personas, de aquí para allá y viceversa, cuando no hemos desarrollado la consciencia. Así, entonces, Pinocho, falto de consciencia y sordo a las enseñanzas de Pepe Grillo (otro maestro) resultó ser amoral y tonto. Podría decirse que Pinocho tenía vida pero, sin embargo, carecía de libre albedrío pues estaba dormido, no usaba su conciencia, desconocía el sendero de la virtud y la liberación, era una suerte de ”muerto viviente”.
El esoterismo enseña que, lamentablemente, la mayoría de los seres humanos son como Pinocho, pues siguen el camino más fácil y no saben que existe algo mejor, algo que nos conecta con niveles superiores de conciencia.

Pinocho es esclavo de sus “yoes”, esto es un ego hipertrofiado producto de distintos vicios que ha ido acumulando. Sus mentiras hacen que le crezca la nariz y más tarde orejas de burro. Esto es una alegoría física de todos los agregados psíquicos que lo acompañan. 
Una y otra vez Pinocho , por ley de causa y efecto, sufre las consecuencias de sus malas acciones, que  lo llevan a una vida desgraciada, donde el muñeco paga con sufrimiento el karma que ha ido generando. Cuando la vida de Pinocho no podía ser más insoportable, es tragado por una ballena.
Este episodio, que recuerda nítidamente la historia bíblica de Jonás, viene a ser, en la simbología masónica la cámara de reflexiones, que representa el descenso al centro de la Tierra. 


Como en toda tradición esotérica valedera hay una muerte mística, a la luz de una vela, Pinocho medita sobre su destino y
decide cambiar, dejando atrás su pasado de inconsciencia.  


Finalmente el muñeco es expulsado por la ballena y sale al mar abierto, donde  el agua actúa como elemento purificador, limpiando interna y externamente a Pinocho. Se dice que cuando alguien es sumergido en una corriente de agua, renace a una vida nueva. 
Pinocho, sin embargo,  no sobrevive a la furia del océano y finalmente se ahoga. Esta muerte del muñeco equivale a la muerte mística del profano al ser iniciado

Al volver a la vida, Pinocho pasa a un estado superior, donde adquirirá una humanidad plena (será un niño de verdad).
Vale la pena volver a ver “Pinocho” y descubrir el profundo contenido simbólico e iniciático de esta obra. 

Las aventuras de Pinocho también nos tienen mucho que decir, especialmente porque el muñequito se parece demasiado a nosotros.

prof. Benedicto González Vargas

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