La adicción a pensar es la enfermedad más grave de la raza humana. Sin embargo, las personas no lo saben porque creen que es su estado natural. Si hubiera estudios que lo demuestren, se comprendería la cantidad de enfermedades, suicidios, traumas, fobias, depresiones, angustias, miedos y síntomas físicos que genera el no poder dejar de pensar. Algunas corrientes espirituales hacen énfasis en observar a los pensamientos y este es un primer paso muy importante, ya que separa a la conciencia del contenido mental y por lo tanto se trasciende el sufrimiento originado por esta identificación. Sin embargo, no es suficiente. Más importante que observar a la mente es simplemente dejar de pensar. Esto requiere un entrenamiento específico basado en aprender a dominar la atención.
La mente es sólo una herramienta; una vez que la usas, la guardas. ¡¡Imagina que un brazo se moviera sin tu permiso!! ¡¡Tu vida sería un caos!! Y eso es exactamente lo que ha sucedido: la mente ha tomado el control absoluto de tu vida y la ha arruinado por completo. Es necesario entrenar la atención para retirarla continuamente de la mente, enfocándola en la vibración interior (la energía subterránea que vibra dentro del cuerpo físico) y en el corazón, hasta recuperar el gozo natural de Ser. De niños vivíamos en este gozo; éramos puro corazón. Pero poco a poco debido a los condicionamientos familiares y sociales, nuestro corazón se cerró, perdimos nuestra magia e inocencia y nos transformamos en máquinas de pensar y hacer.
Muchos buscadores espirituales van de curso en curso buscando resolver sus vidas, pero no se dan cuenta que su salvación está ahora: sólo tienen que dejar de pensar.
No existe zona de comodidad más grande que la mente. Allí están todos tus deseos, proyectos, recuerdos, expectativas, sueños y planes, por lo tanto soltar la mente significa renunciar al tiempo psicológico y al mundo. Dejar de identificarte con ser una persona y comenzar a vivenciar que eres un espíritu libre. Entonces te haces uno con la vida y descansas en esta inteligencia sagrada que no comete errores. Dejas de desear otra cosa que este momento y comprendes a cada instante que LO QUE ES, ES LO QUE TIENE QUE SER. Despiertas y comprendes que los problemas nunca existieron.
Saludos,
Lic. Fernán Makaroff